La alimentación debe cuidarse durante todo el año, pero en verano debemos tener en cuenta algunos aspectos especiales.

Las elevadas temperaturas veraniegas provocan que nos deshidratemos más rápidamente, por lo que es vital beber agua constantemente, aunque no tengamos sed. Para diversificar los líquidos ingeridos, podemos optar por tomar infusiones, sopas frías como el gazpacho o zumos de fruta.

El verano es una época en la que hay abundancia de frutas que, a parte de hidratarnos, son bajas en calorías. Podemos tomar una pieza a media mañana y/o a media tarde. La sandía y el melón son los clásicos, pero también podemos optar por melcotones, albaricoques o ciruelas.

Es mejor preparar platos ligeros y de fácil digestión. De esta manera no nos sentiremos pesados y estaremos llenos de energía. Espacia las comidas del día, deja de lado las más copiosas y opta por hacer 5 comidas al día. Por lo que respecta a las preparaciones es mejor tomar alimentos crudos (ensaladas, por ejemplo) o cocinar a la plancha o a la parrila.

Recuerda que, a parte de aportar todos los nutrientes que necesita nuestro cuerpo, también es importante seguir realizando ejercicio físico. Eso sí, evita las horas de más calor y no te olvides de tu botella de agua.